La crítica del público: Robert Sendra



Em dic Robert Sendra, sóc periodista i
m’agrada a parts iguals la comunicació
i la literatura. He treballat i col•laborat
en mitjans locals del Vallès Occidental,
tant ràdios com diaris, i en publicacions
culturals, com Culturamas o la secció
cultural del diari Avui.
TWITTER: @robertsendra 
Debo felicitar a los directores de ‘141 días’ por el trabajo hecho, sobretodo por el valor periodístico que tiene. La película busca una grieta en el sistema. 141 días se convierte en una mirilla para ver como funciona la política durante el nacimiento de un partido, SI, y la preparación de una campaña electoral. Por otro lado, encuentro que el ritmo audiovisual de este docu-reality es muy bueno.

Una película muy valiosa para la profesión periodística, tanto para las generaciones actuales como para las futuras. Como periodista, tras haber visto ‘141 días’, considero que, para la profesión y para los estudiantes que se están iniciando en las ciencias de la comunicación, igual de valioso que el propio documental sería su making of para descubrir el trabajo de producción que permitió a Albert Fuguet y Susana Crestelo, directores del docu-reality, mimetizarse con el trabajo de los dirigentes del partido, especialmente con Joan Laporta y Àlex Fenoll.

En esta película queda en entredicho la cadencia mecánica, previsible y cuantificable en presupuestos y estadísticas de la política. Donde las pulsiones humanas son igual de importantes: la ambición, la ilusión, los codazos, el desencanto de algunos miembros… Sin duda es un ejercicio periodístico de salud democrática que nos muestra aspectos del nacimiento de un partido que no nos gustan, como la organización deficiente de unas elecciones primarias. Pero con estos defectos también se demuestra un aspecto que, ridículamente, muchos partidos nunca reconocen a pesar de que les explota en la cara: que los políticos cometen errores y que no dejan de ser humanos, los más humanos de todos, si los errores humanizan las personas.

De la película me ha sorprendido que un partido de nueva creación como “SI” haya dado acceso a las cámaras a reuniones polémicas o a pulsos de poder entre sus líderes. Seguramente muestra una inmadurez, ingenuidad y transparencia que no encontramos en otras formaciones. Sería de una gran salud democrática que las formaciones políticas más grandes abriesen las puertas de sus reuniones durante la preparación de una campaña electoral. Por otro lado, no nos abandona la sensación de que algo oscuro están escondiendo.

Nos hemos acostumbrado a vivir la política como un territorio de lugares comunes. De comportamientos previsibles, de continente con poco contenido y de intereses que a menudo escapan de los puntos estrella de los programas electorales que sus ciudadanos tenemos en cuenta a la hora de elegir nuestro voto. Esto, a base de declaraciones y contradeclaraciones políticas, de mítines programados para transmitir spots de 20 segundos cuando conectan las televisiones y de jerarquías de partido en que se silencian las voces críticas y discordantes para dar una imagen de unidad irreal y casi castrense. De vez en cuando, este “aburrimiento” político toma un cierto interés.           






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